Monday, November 6, 2017

Esto Sucede ¿Porqué...?

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"...esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida"Juan 9:3 NVI.

Nadie piensa en desastres como un medio para manifestar la gloria de Dios. Así que los discípulos ni siquiera pensaron en esa opción cuando vieron la situación apremiante de ese hombre ciego. Dios debía estarlo castigando, o a sus padres, para haber permitido que ocurriera esa tragedia.

Ellos no están solos en ese falso concepto. Yo conocí a una estudiante en un instituto bíblico que comenzó a recibir notas anónimas en su correo de alguien que la urgía a examinar su vida y a arrepentirse de sus pecados si quería ser curada de una enfermedad crónica que la había asolado toda su vida. Ella estaba devastada de pensar que alguien pudiera, primero que nada, asumir que había un pecado que mereciera tal castigo en su vida y después, segundo, no tener el valor de enfrentarla directamente al respecto.

A veces Dios extiende Su mano y toca nuestras vidas con alguna dificultad para llamar nuestra atencíon hacia algún pecado o estancamiento espiritual. Es sabio examinar nuestras vidas buscando estas cosas cuando ocurre alguna dificultad. Pero cuando no podemos encontrar razón alguna para lo que nos ocurre, con frecuencias pensamos que Dios es injusto o insensible.

No es ni lo uno no lo otro. Estamos en este planeta para reflejar Su gloria, para demostrar Su semejanza. Porque Él sabe mejor cómo hacer eso el nosotros, debemos confiar en Él, saber que, sea lo que sea que venga a nuestras vidas aparte de los momentos de "prestar atención", está destinado a glorificarlo por Su obra a través de nuestras dificultades.

Este hombre ciego había nacido para una misión. Y el momento había llegado para que esa misión fuera iniciada. Jesús tocó sus ojos, sanó su corazón, y lo envió a testificar del milagroso poder de Dios.

Su encuentro con Jesús le costó muchísimo. Pero sus últimas palabras registradas entregaron el mensaje más poderoso de todo mensaje: "El hombre dijo, —Creo, Señor—declaró el hombre. Y, postrándose, lo adoró" (Juan 9:38).


Wednesday, October 18, 2017

Reconocer y Conocer

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"Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó —¡Señor, sálvame!" Mateo 14:30 NVI

El temor es un enemigo poderoso: consume la energía, bloquea la razón, y pisotea la fe. El temor provoca un corto circuito en la paz, enceguece nuestros ojos, y nubla nuestra visión.

¿La lección? Mantén siempre tus ojos en el Señor y no en las circunstancias. Cuando haces esto, las circunstancias no te abruman. Es un mensaje poderoso.

Pero, hay algo más aquí. Jesús vino caminando sobre el agua. Al principio, los discípulos no reconocieron quién era Él. Estar en el lago en medio de una de estas tormentas traicioneras de Galilea encendió sus temores. Ver un "fantasma" caminando sobre el agua hacia ellos sólo aumentó sus temores. Aunque Pedro reconoció al Señor y salió del bote (¡bravo por Pedro!), sintió un medio sobrecogedor.

El problema no era simplemente apartar los ojos del Señor y fijarlos en sus circunstancias, se trataba de lo que Pedro y sus compañeros SABÍAN sobre su Señor.

Reconocían quien era Jesús, pero no lo conocían lo suficientemente bien para enfrentar el temor con fe. Había sido el Señor el que los envió a navegar en el lago. Él no sólo sabía que venía la tormenta sino que, como Señor de las tormentas, Él la mandó. Ellos no conocían a Jesús lo suficiente para decir igual que Sadrac, Mesac y Abednego: "sabemos que Dios puede rescatarnos, pero si Él decide que no; ¡está bien!". Ellos no conocían a Jesús lo suficientemente bien para no tener miedo de las sombras o los vientos. Ellos lo reconocían, pero no lo conocían lo suficientemente bien para no sentir temor.

Esa experiencia es tan familiar para todos nosotros. Reconocemos a Jesús por lo que Él es, tal como reconocemos a una persona famosa. Pero conocer es mucho más que simplemente reconocer. Conocer no es solamente decir que hay que confiar en Él. Conocerlo realmente es enfrentar lo que venga sin temor, creyendo que Dios jamás permitirá más de lo que nos puede ayudar a manejar en nuestras vidas, creyendo que Él siempre trabajará para Su gloria, lo cual debe ser nuestro mayor deseo, y para nuestro máximo bien, lo cual es nuestra bendición. 

Tuesday, October 3, 2017

Navidad Hoy

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Siempre me he preguntado cómo fue que terminamos celebrando la Navidad intercambiando regalos entre nosotros. Es el cumpleaños de Jesús y es Él el que debe recibir los presentes. Sin embargo, podemos hacer el buen caso defendiendo el intercambio de regalos de la celebración de la fiesta de Purim  como lo tenemos registrado en el libro de Ester (9:19, 22).

El pueblo judío había sido rescatado de sus enemigos y se le había dado el derecho de defenderse contra la destrucción. Disfrutaba de nuevos privilegios porque dos de los suyos, Ester y Mardoqueo, ahora eran las personas más poderosas en la nación y podían protegerlos de cualquiera que quisiera hacerles daño. Esta es la razón para la celebración.

¿Se puede ver aquí un paralelo?

Cuando Cristo murió por nuestros pecados, tomó precauciones para que fuéramos rescatados de esos pecados, y sus consecuencias, y de las intenciones de Satanás para nuestras vidas. Por la sangre de Cristo, y su poder aplicado a nuestras vidas, podemos defendernos de nuestros enemigos. Cristo mismo garantiza nuestro perdón, salvación y santificación. Él, como nuestro Rey y Señor de todo, va ante Dios y nos declara bajo Su proteción, bajo la sangre. Dios nos mira favorablemente, porque Cristo tomó esa precaución por nosotros. Somos libres. Esa es una razón para celebrar.

La Navidad celebra el comienzo histórico de ese proceso que llevó a Cristo a la cruz por nosotros. Cuando celebramos la libertad y los provilegios ganados para nosotros en el Calvario no hay ninguna diferencia. De hecho, cada día debe ser un día para celebrar la cruz y todo lo que Cristo ganó alli para nosotros. Cada día debe ser un día Navideño de generosidad y alegría debido a Él y el maravilloso regalo que Él nos ha dado—el perdón.


Monday, June 20, 2016

El Dios de las Cosas Pequeñas

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"El Señor le ordenó: —Sal y preséntate ante mí el la montaña, porque estoy a punto de pasar de allí. Como heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Al viento lo siguió un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el viento. Al viento lo siguió un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba el el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva. Entonces oyó una voz que le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías?" —1 Reyes 19: 11, 12, 13b NVI. 

Elías entró corriendo al escenario de la historia: el profeta del gran espectáculo, el gran gesto, el evento al final de todos los eventos. Todo lo que le sucede a Elías  es GRANDE. Él dice que no lloverá; no llueve. Él necesita comida; Dios manda cuervos con carne en sus picos. Una mujer hambrienta recibe milagrosamente harina para alimentarse ella y su profeta. El hijo de ella está enfermo: Elías lo levanta de la muerte. Elías confronta un rey y una reina malvados y cuatrocientos profetas paganos y sale de allí sin ser atacado.

Pero entonces, Elías queda sin "combustible" espiritual, físico y emocional. Después de todo, él es solamente un ser humano. Débil, desanimado, huye de su responsibilidad y de sus enemigos.

Está acostumbrado a las GRANDES respuestas de Dios. En el desierto, él descubre que el Dios de las grandes cosas es el amo de las cosas pequeñas.

Cuando es mejor una pequeña respuesta, Dios no manda una grande. Él susurra cuando un toque de trompeta no es necesario. Elías había conocido el Dios con la gran voz y la mano poderosa. En su momento de desesperación, conoció al Dios con la pequeña, pero igualmente poderosa voz.

Suavemente Dios pregunta: "¿Qué estás haciendo aquí?". En nuestros momentos de duda y temor y de abrumadora debilidad, Dios nos hace la misma pregunta. Tal vez no conozcamos la respuesta, pero lo importante es reconocer que Dios está ahí con nosotoros, y que todo está bien.

(Diseño Divino para la Vida Diaria)


Thursday, December 31, 2015

Suficiente


Escrito por Paul David Tripp in "Guerra de Palabras"

Un profeta del Antiguo Testamento (Habacuc) miró a su alrededor al pueblo de Dios y dijo: “Dios, no entiendo lo que está pasando aquí. Te paraste y permitiste que tu pueblo sea muy malo. ¿Por qué permites esto? ¿Por qué no haces algo respecto al pecado de tu pueblo?” Dios respondió: “Sí haré algo. Enviaré desde el norte una nación malvada y violenta para que arrase a mi pueblo”.

¡El profeta no podía creer lo que estaba escuchando! Cuando él le pidió a Dios que hiciera algo, estaba pensando en un avivamiento – ¡el juicio no estaba en su catálogo! Entonces, protestó: “Dios, ¿cómo puedes hacer esto? ¿Cómo puedes usar a una nación más malvada que nosotros para juzgarnos? ¡Para mí esto no tiene sentido!” El profeta debatía con Dios y, en medio del debate, Dios le revelaba su poder y gloria. Habacuc concluye su libro con estas palabras preciosas:

Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas.” (Habacuc 3:17-19).

El profeta ha descrito el daño total de una cultura agrícola. Ya no queda nada – ni plantas, árboles o animales. No hay pan físico. En medio de todo esto, Habacuc dice: “Señor, aunque todo se ha ido, de todas maneras me regocijo porque tú, mi Salvador y mi Señor, mi Vida y mi Fortaleza, aún estas aquí.

Si tu sueño colapsara, si no quedara nada, ¿te levantarías en medio de tus lágrimas y dirías: “Estoy lleno de gozo porque el Señor es mi señor, el Señor es mi vida, el Señor es mi fortaleza, y gloriosamente, en medio de toda esta pérdida y destrucción, le tengo a Él?" Puedes perseguir tu sueño, o puedes perseguir el sueño del Señor para ti. Puedes pedirle que te forje a su imagen, para que cada vez más tu vida y tus palabras le traigan alabanza. O puedes desear que Cristo se adapte al ámbito y enfoque de tu sueño. ¿El sueño de quién estás buscando?

Que Dios nos ayude a ser personas que ven la señal detrás del milagro, que ven las bendiciones terrenales y dicen: “Estas bendiciones me apuntan a la realidad más profunda y plena de Cristo en mi vida. Aquello por lo que tengo hambre y para lo que quiero que sea mi vida es el compañerismo, amor y obediencia a mi Señor Jesucristo”. Mi oración es que tanto tú como yo seamos gente que siga a Jesús aun cuando no haya más cosecha, más animales, ni más pan. Mi oración es que seamos gente que se levante en la mañana y diga: “¡Estoy lleno de gozo! Soy un hijo del Rey. Él es mi vida y lo seguiré por fe”.